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“El sismo del 85 influyó en mi vocación”

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La Crónica de Hoy
26 de marzo de 2015
Isaac Torres Cruz

Irasema Alcántara Ayala es especialista en geografía de riesgos y su objetivo es generar conocimiento útil para prevenir desastres relacionados con los procesos de remoción en masa, como deslizamientos y derrumbes. Para ello, la investigadora del Instituto de Geografía de la UNAM lleva a cabo el proyecto MISTLI: Monitoreo, Instrumentación y Sistematización Temprana de Laderas Inestables, que se desarrolla en el municipio de Teziutlán, Puebla.

Por este tipo de proyectos y su preocupación por el impacto social que representarían, la científica obtuvo el Premio de Investigación 2012 de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) -de la cual es integrante-, y el cual recibió hace unos días en Palacio Nacional. No es casual que la científica dedicara su vida a la ciencia y la prevención de desastres, puesto que cuando cursaba el bachillerato pedagógico en la Escuela Nacional de Maestros ocurrió el sismo de 1985. “Mi escuela se encontraba muy cerca del Centro Histórico de la ciudad, por lo que tuve oportunidad de ver directamente las consecuencias del desastre. Con la intención de ayudar un poco formé parte de las brigadas que repartían cobijas y víveres en la delegación Cuauhtémoc”.

Además, desde adolescente, relata en entrevista, siempre llamó su atención el relieve, los paisajes de México, sus volcanes, montañas y ríos. “El sismo influyó en mi vocación si bien desde la perspectiva de fenómeno natural, su impacto también me marcó muchísimo por lo que decidí ser geomorfóloga. Al adentrarme al tema quedé encantada con la idea y el reto de incursionar en el área de los riesgos de desastre”.

— ¿Cómo destacaría la repercusión social de sus investigaciones en la prevención de desastres?

— Las investigaciones científicas, cuyo objetivo central es la prevención de desastres o bien de manera particular la Gestión Integral del Riesgo de Desastres, tienen una gran repercusión por su naturaleza en el ámbito de las sociedades. Sin embargo, en México ésta todavía es incipiente, debido principalmente a la ausencia de un vínculo entre la ciencia y la política pública. Si bien se están dando los primeros pasos para ello, es de suma relevancia acelerar su articulación. La ciencia puede aplicarse, pero lo más importante es que sea utilizada”.

—¿Se podría extrapolar el proyecto de investigación MISTLI a otras comunidades o desarrollarse como un modelo aplicable a otros entornos?

— Sí, por supuesto, una vez que se concluyan los objetivos del proyecto MISTLI (Monitoreo, Instrumentación y Sistematización Temprana de Laderas Inestables), será importante poder adaptarlo para su posible aplicación en otras comunidades. De manera inicial podría desarrollarse en otros municipios de Puebla, e idealmente en otras entidades del país con problemáticas similares, como es el caso de Chiapas, Oaxaca y Guerrero.

— ¿Cómo se podrían prevenir desastres por lluvia similares a los que azotaron a Guerrero en 2013?

— El desastre ocurrido en Guerrero en 2013 no fue resultado de la cantidad de lluvia derivada de la tormenta tropical “Manuel”, tampoco fue el “embate de la madre naturaleza” la que ocasionó un impacto de tal magnitud. Los desastres se producen cuando se materializa el riesgo, el cual es socialmente construido y resulta de la combinación de una o varias amenazas y la vulnerabilidad de la población. En el caso particular de Guerrero, las inundaciones y la inestabilidad de las laderas constituyeron las amenazas, mientras que las condiciones de pobreza y marginación de las comunidades expuestas fueron los ingredientes claves de la vulnerabilidad. De manera adicional, la exposición de estas comunidades vulnerables a dichas amenazas, derivada de un mal uso de los recursos naturales y la ausencia del manejo del territorio, dieron pauta a la configuración del desastre. La falta de conocimiento y preparación no sólo de los grupos vulnerables, sino también de las autoridades responsables, exacerbó el escenario de riesgo prevaleciente.

En ese sentido, es urgente trascender al status de una sociedad no reactiva, en la cual la Gestión Integral de Riesgo de Desastre sea el eje fundamental. Esto implica un proceso social incluyente y continuo dirigido a la creación, implementación, análisis, evaluación y optimización de políticas públicas desarrolladas con bases científicas y tecnológicas integrales, sustentadas en un marco jurídico, cuyo fin primordial sea garantizar la reducción del riesgo, y el manejo eficaz y eficiente de desastres.

Si se desean evitar desastres como el ocurrido en Guerrero y en otros rincones del país, es fundamental garantizar la normatividad, puesta en práctica y respeto de políticas públicas que en el ámbito del uso y manejo del territorio no involucren el incremento del número y grado de exposición de los asentamientos humanos.

También es urgente asimismo contar con una política social que realmente se traduzca en la reducción de la pobreza y la marginación de los grupos poblacionales que no han sido favorecidos y, por el contrario, han sido excluidos de tal manera que cuenten, entre otras cosas, con servicios básicos eficientes, acceso a la educación y viviendas construidas con materiales y técnicas adecuadas, en función de las amenazas a las que están expuestas.

Finalmente, urge implementar un marco educativo permanente, a través del cual toda la sociedad pueda estar sensibilizada y preparada en la temática del riesgo de desastres.

ARCOÍRIS DE LA CIENCIA. Para la científica, la investigación en el país es como un arcoíris donde aún existen muchas cosas que no han ocurrido o están en vías de hacerse para fortalecer el sector de ciencia y tecnología.

Entre estos, establece, la vinculación de la ciencia y la sociedad, mediante esquemas permanentes que garanticen la divulgación y socialización del conocimiento, no solo en las ciudades, sino también en las zonas rurales y en comunidades con altos índices de marginación. Parte de ello incluye la difusión de las investigaciones entre la sociedad.

La investigadora enfatiza además la valoración de todas las áreas del conocimiento, en particular de las ciencias sociales, como generadoras de lineamientos y estrategias que contribuyan a la solución de problemas nacionales.

“Otro aspecto vital es valorar la investigación científica como insumo primordial para la elaboración de políticas públicas; crear perfiles profesionales integrales que contemplen el desarrollo científico y la administración pública y regulación real y no ficticia del uso adecuado de los recursos y del manejo territorio con fundamentos científicos”. Pero todo estaría incompleto, acota, sin la estimulación del diálogo permanente entre la comunidad científica y los tomadores de decisiones.

http://bit.ly/1FytYkJ

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