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PROPONEN NUEVO ETIQUETADO PARA ALIMENTOS INDUSTRIALIZADOS

Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/064/14
México, D.F., 23 de febrero de 2014

  • Especialistas del Instituto Nacional de Salud Pública proponen un sello binario que solo recomiende los productos que, dentro de su grupo de alimento, tenga el mejor perfil en contenido de azúcar, grasas saturadas y sal
El doctor Simón Barquera, investigador del Instituto Nacional de Salud Pública y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
El doctor Simón Barquera, investigador del Instituto Nacional de Salud Pública y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
Foto: El Espectador/Colombia.
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Tras el lanzamiento en 2009 de la campaña “Checa y elige, claves de nutrición”, varias empresas decidieron informar, de manera voluntaria, la cantidad de energía -medida en calorías- grasa saturada, azúcares y sodio que contiene cada envase, pieza o porción en sus productos, y el porcentaje que éstos representan en una dieta diaria recomendada.

No obstante, especialistas del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) han señalado que este etiquetado tiene una serie de problemas, por lo que al final no guía y posiblemente desorienta las decisiones saludables de los consumidores.

Más que un tipo de autorregulación, señaló Simón Barquera, director del Área de Investigación en Políticas y Programas de Nutrición de dicho instituto, “para las empresas es más bien un sistema de promoción de sus productos porque los hace ver con un perfil nutricional adecuado cuando a veces no lo tienen”.

Las fallas

Un primer problema de las Guías Diarias de Alimentación (GDA) que aparecen en el actual etiquetado, indican los especialistas del INSP, es que sus porcentajes de recomendación se basan en una dieta de 2 mil calorías al día, lo que no corresponde a los requerimientos energéticos de los consumidores meta de un cierto producto, los cuales varían según el grupo de edad y género.

Por ejemplo, de acuerdo con documentos oficiales de la Secretaría de Salud (SSA), un preescolar necesita unas mil 300 kilocalorías al día para realizar sus actividades, un adolescente requiere de 2 mil 183 kilocalorías; un hombre después de los 70 años necesita en promedio mil 800 kilocalorías, mientras que una mujer de la misma edad solo mil 400 kilocalorías.

“Estos aspectos son posibles ya que no hay un marco regulatorio que permita sancionar y prohibir ese tipo de prácticas inadecuadas”, aseguró Barquera, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.

También está el problema de los azúcares totales, agregó. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un consumo de azúcares libres -aquellos añadidos a los alimentos por el fabricante, el cocinero o el consumidor, más los azúcares naturalmente presentes en la miel, los jarabes y los jugos de frutas- de no más del 10% en una dieta de 2 mil kilocalorías, lo que equivaldría a 50 gramos al día.

La industria de alimentos se fijó arbitrariamente un máximo de 90 gramos al día excediendo con esto los criterios recomendados por las autoridades en esta materia y puede llevar a una interpretación incorrecta del contenido total de azúcares por parte de los consumidores, afirmó.

Además, las GDA corresponden a porciones de tamaño arbitrario, lo cual puede dificultar tanto el cálculo como la interpretación del contenido total de nutrimentos que tiene determinado producto.

Un sello binario, la propuesta

Como respuesta a lo anterior, el INSP propone, en conjunto con un comité de expertos interinstitucional, un sello binario que solo recomiende los productos que, dentro de su grupo de alimento, tenga el mejor perfil en su contenido de azúcar, grasas saturadas y sal, afirmó el también miembro de dicho comité.

Para implementar este nuevo sistema de etiquetado, primero se debió definir a los grupos, pues no sería correcto comparar, por ejemplo, el contenido de nutrimentos de un cereal con el de una bebida, comentó.

La propuesta plantea establecer “puntos de corte” por cada grupo de alimento y tipo de nutrimento. Para definir estos límites se tomaría el nivel máximo y el mínimo que se encontrara entre todos los productos incluidos en determinado grupo.

El intervalo entre estos dos valores se fraccionaría en cinco intervalos más pequeños, de manera que se tuviera un primer conjunto con aquellos productos que tuvieran el nivel más bajo de sal, por ejemplo; un segundo conjunto que tendría un poco más de sal y así sucesivamente el tercero y el cuarto hasta el quinto conjunto que tendría el mayor contenido de sal.

De esta manera, los productos que accederían al sello binario serían aquellos cuyo contenido de los tres nutrimentos -azúcar, grasa y sal- estuviera dentro del conjunto más bajo, apuntó Simón Barquera, y además se señalaría el total de calorías de todo el producto y no por porciones.

De acuerdo con el investigador, estos puntos de corte son iniciales y se podrían modificar en el futuro. “Si en este momento se dijeran todos los productos que no tienen la cantidad de nutrimentos proporcional a la recomendada por la OMS conforme a las características de los consumidores, podría pasar que todos los productos del mercado quedaran fuera.

“Esos niveles se revisarían después de cierto tiempo porque lo que se esperaría es que las empresas empezaran a reformular el contenido de azúcar, grasa y sodio de sus productos para poder acceder al sello. Entonces, cuando ya muchos alimentos tuvieran el sello se haría un nuevo punto de corte”. De esta manera, se buscaría que los niveles se acercaran cada vez más a los recomendados por la OMS y las guías mexicanas, agregó.

Esta propuesta, reconoció el especialista en nutrición, no contempla las diferencias de género y edad de los consumidores. “No es un sistema hecho para que decir cuánto se debe comer del producto porque nosotros pensamos que una etiqueta no debe de tener estos porcentajes de recomendación, en principio porque el consumidor tendría que hacer diferentes cálculos en función de su edad y su género, lo cual lo haría un sistema muy complicado”.

“Lo que hay que hacer es buscar un sistema de etiquetado que sea fácilmente comprendido por toda la población y de manera paralela tener programas de educación nutricional para que la gente aprenda a tener un estilo de vida más saludable. Si uno espera educar a la gente para que entienda el etiquetado actual sería un fracaso porque nos tomaría quizá 15 años y nosotros podríamos, con un mejor etiquetado, tener resultados desde el primer año”.

Esta propuesta ya fue aceptada por distintos países. En Holanda ya la están implementando, la están analizando en Chile y Brasil, y en el caso de México, las autoridades la están considerando.

Alejandra Monsiváis Molina

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