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Sin proyecto, sin liderazgo

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El Financiero
21 de enero de 2011
Guillermo Knochenhauer

René Drucker, director General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, se queja de que “la política de Estado sobre la ciencia es que no hay una política de Estado, la ciencia está en situación alarmante”. La cuestión de fondo es ¿para qué necesita la ciencia una economía maquiladora, que es en lo que se está convirtiendo la nuestra?

Tiene razón Drucker al afirmar “que un país que no invierte en ciencia, está destinado a fallecer económicamente en el futuro”. Lo importante, sin embargo, no es que este científico de la UNAM tenga razón, el problema es que falta quien le preste atención y le dé la razón entre quienes toman decisiones.

Y es que la clase política mexicana está desaparecida. Tenemos políticos que solamente ven por sus intereses individuales y de grupo; no hay un proyecto de nación ni una clase dirigente que lo promueva. Falta proyecto y liderazgo, que nunca es personal, sino de clase. El problema, antes que económico, es político.

Brasil, por ejemplo, tiene una clase dirigente en activo y un proyecto progresista desde que asumió el poder hace 15 años Fernando Henrique Cardoso. A él le siguieron Luiz Inázio da Silva y Dilma Rousseff en la presidencia, para sostener un discurso triunfador sin negar la realidad de sus lacerantes desigualdades.

México aún tiene una economía mayor que la brasileña en ingreso per cápita; la diferencia es que Brasil le ha dado atención a la equidad, al fortalecimiento del ahorro y la infraestructura, a la formación de científicos, profesionistas y técnicos, y al desarrollo tecnológico nacional por lo cual está en mejores condiciones para utilizar los flujos de capital nacional y extranjero en inversiones productivas.

La gran diferencia es que el país sudamericano está en una senda de progreso, de la que México se descarriló.

Tiene razón el Rector José Narro de nuestra UNAM, cuando urgió en el Senado el martes pasado a reconocer “que muchos de nuestros problemas, los históricos y los derivados del propio proceso de modernización, no tienen solución si seguimos por el mismo camino (…), si no imaginamos y trazamos un nuevo proyecto nacional”.

La falta de proyecto y de dirigencia del rumbo desde el Estado, está haciendo de México un país cada vez más pobre en inteligencia, conocimientos y desde luego, socialmente.

El presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, Arturo Menchaca, asegura que más de la mitad de los pocos investigadores que estamos preparando, no encuentran ocupación en México. Del año 2000 para acá, dice, “se ha congelado la contratación de doctores por el lado del gobierno y de las universidades”.

Por esa falta de espacios para trabajar (debido a que los científicos salen sobrando en una economía de ensamble de componentes importados), la Academia Mexicana de Ciencias calcula que unos 1,500 doctores e investigadores emigran a Estados Unidos o Europa cada año.

Nos estamos quedando sin investigadores por falta de desarrollo y será muy difícil pretender en el futuro encauzar a México por una senda de recuperación, sin la contribución de esas personas cuya formación requiere décadas.

La decisión en política económica ha sido dejar que la inercia del mercado estreche cada vez más la “integración” (dependencia) del país a la economía de Estados Unidos; pretender que todo suceda conforme a las leyes del mercado da por resultado que muchas cosas no suceden y que haya una parálisis y empobrecimiento social en sus múltiples facetas. Dos de ellas muy relevantes, son la calidad del empleo y las expectativas de los jóvenes en el futuro.

El gobierno federal presume que durante 2010 se crearon más de 730 mil empleos y que es el número más alto de los últimos 14 años. La cifra no cubre el crecimiento de la población en edad laboral, pero lo que es peor, es la baja calidad y remuneraciones de los empleos que se están creando.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la proporción de trabajadores con sueldo mayor a cinco salarios mínimos, bajó de 12% que era a fines de 2006, a 9% al finalizar el tercer trimestre de 2010. En ese mismo lapso subió de 20% a 23% el porcentaje de quienes perciben de uno a dos salarios mínimos.

Haría falta un crecimiento anual del PIB de 6% para dar empleo a los jóvenes que año tras año incrementan la demanda laboral, pero el sexenio de Felipe Calderón terminará con un promedio cercano apenas al 2 por ciento anual.

¿Cómo, en esta falta de conducción política y de oportunidades económicas, enseñarle a los jóvenes “lo valioso que resultan, para la vida en común, valores como la libertad, la igualdad, la democracia, la solidaridad, el diálogo, la honestidad, la lealtad, el respeto, la justicia y la tolerancia”, como lo pide, con toda razón y sentido, el rector Narro?

knochenhauer@prodigy.net.mx
Profesor de la FCPS de la UNAM

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