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Vanguardia
29 de julio de 2011

Mediocridad es lo que desde ya puede etiquetar al actual secretario de Educación, Alonso Lujambio quien además tiene aspiraciones a ser el candidato del Partido Acción Nacional (PAN) para las elecciones presidenciales del cada vez más cercano julio del 2012.

Cuesta trabajo aceptar que el encargado de la educación pública en nuestro país reconozca a boca jarro que el límite de la enseñanza oficial sea la insuficiencia en contra de la excelencia.

Mucho se ha hablado en torno a que la calidad de la educación en nuestro país es mediocre a propósito, a favor de no crear conciencia de masas, pero que el titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP) acepte el bajo nivel educativo de los educadores como un asunto menor a favor de tener sentados en un aula de escuela a los educandos, no es sólo patético, sino también insultante.

Ahora que año con año en México se evalúa el nivel de preparación y conocimiento de los maestros de enseñanza básica y media, todos podernos contar con números que sintetizan lo que no sólo hemos sabido durante algunas décadas, sino que también hemos sufrido. Un gran porcentaje de profesores no tienen la preparación idónea para transmitir los conocimientos a sus alumnos.

Sin intención de defender a los docentes por su baja preparación, el hecho es que no sólo ellos tienen deficiente preparación, los hay en multitudes de otras profesiones. Y ese es justo el problema.

La cuestión es que el abismo en el que se encuentra la relación educador-educando en nuestro país, es también un círculo vicioso, pues en algún momento los maestros fueron alumnos que recibieron instrucción deficiente.

Lo más lamentable de todo este asunto es que se supone –así lo marcaría la lógica— que examinar a los docentes tiene la intención de mejorar la educación, no de conformarnos con su nivel, ni abonar en su retroceso.

Pero qué podemos esperar si al secretario Lujambio sólo le importa la forma y no el fondo. Primero dijo que “el tamaño sí importa” en torno a la altura física de los aspirantes presidenciales de cualquier partido político y ahora nos sale con que en materia de nivel educativo prefiere “…tomar a ese (profesor con baja evaluación) que dejar al grupo sin maestro. Sería absurdo que exigiera un nivel que me impidiera poner frente a un grupo un maestro. Lo que no puedo hacer es dejar a niños sin maestro”. Queda demostrado que además de mediocre el señor Lujambio, también lo único que le importa es ser el más alto en todos los sentidos, aunque por dentro no exista mucho contenido.

Acta Divina… El Sistema Educativo Nacional está caduco y responde a una estructura social de hace cuatro décadas, afirmó apenas en marzo de este año, el presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), Arturo Menchaca Rocha.

Una calurosa felicitación a Arturo Sifuentes por sus exitosos 25 años de labor periodística.