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Analizan organismos de ciencia y tecnología la importancia y las vías para mejorar la asesoría científica en la creación de políticas públicas

Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/229/17
Ciudad de México, 20 de octubre de 2017

  • Los científicos sí colaboran en la construcción de políticas públicas y lo hacen a través de la asesoría que den a políticos y legisladores, quienes al final son los responsables de diseñar y crear las políticas públicas, coinciden.
  • Se pronuncian organizaciones y organismos de ciencia y tecnología a favor de planes que vayan más allá de los programas sexenales.
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Lorena Macías y Arturo Menchaca, secretaria ejecutiva y coordinador general del CCC, respectivamente; Arturo Borja, director de Cooperación Internacional del Conacyt; José Franco, coordinador general del FCCy, y José Luis Morán, presidente de la AMC, durante el Primer Congreso Mexicano de Política basada en la Ciencia, en la Secretaria de Relaciones Exteriores.
Lorena Macías y Arturo Menchaca, secretaria ejecutiva y coordinador general del CCC, respectivamente; Arturo Borja, director de Cooperación Internacional del Conacyt; José Franco, coordinador general del FCCy, y José Luis Morán, presidente de la AMC, durante el Primer Congreso Mexicano de Política basada en la Ciencia, en la Secretaria de Relaciones Exteriores.
Foto: Elizabeth Ruiz Jaimes/AMC.
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Con el objetivo de discutir e identificar las mejores prácticas y mecanismos para la coordinación integrada de la ciencia en los procesos nacionales e internacionales, así como influir en la formulación de políticas públicas en México, se realizó la mesa “La interfaz ciencia-política en México”, en el marco del Primer Congreso Mexicano sobre Política basada en la Ciencia, y en la que participaron representantes de organizaciones de ciencia y tecnología del país.

José Luis Morán, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), señaló que los investigadores que pertenecen a esta asociación provienen de todas las áreas del conocimiento (ciencias exactas, ciencias naturales, ciencias sociales y humanidades) y están capacitados para discutir, promover y sugerir programas o soluciones a problemas sociales, como es el de la educación.

“La Academia, desde sus orígenes, ha tenido un interés en la educación (del nivel básico hasta el posgrado), ya que para que las personas sean propositivas, críticas, capaces de analizar los problemas y proponer soluciones, es necesario que desde la infancia se desarrollen estas características”, comentó Morán, sin embargo, abundó que “estas capacidades no se están fomentando en la educación básica”.

Con este antecedente, José Luis Morán dijo que la AMC firmó un convenio para revisar los contenidos de los libros de texto para primaria y secundaria, y para rediseñar la Licenciatura en Educación Secundaria en las áreas de ciencias –matemáticas, física, química, biología y geografía–, con el objeto de formar docentes con mejores herramientas de enseñanza.

Otro aspecto que destacó el presidente de la AMC es la participación de esta agrupación en la política científica del país, pero “que cada sexenio tiene cambios”, que aunados con “la reducción al presupuesto de ciencia y tecnología, son un reflejo de que debemos pensar en una reestructuración del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) -organismo rector de la política científica del país- para tener programas transexenales”.

Al discutir la incidencia de varias instituciones en la construcción de políticas públicas, el coordinador general del Consejo Consultivo de Ciencias (CCC), Arturo Menchaca Rocha, señaló que dentro del panorama de las instituciones mexicanas que brindan asesoría científica a los tomadores de decisiones en diferentes niveles, “en el CCC hemos tratado de tener reportes de fácil lectura y de una extensión corta. Abordamos temáticas como mujeres en la tecnología o envejecimiento saludable”.

Menchaca Rocha apuntó que en cuanto al tema de la asesoría científica, tanto las instituciones como la comunidad científica carecen del aprecio de la población. Por ejemplo, comentó que en algunas encuestas se tiene registrado que la gente cree que la ciencia implica un peligro, e igualmente lamentó que al sector científico no se le ha dado la importancia que merece, una muestra de ello es que la inversión que se hace en ciencia y tecnología en el país es muy baja.

En abono a la discusión, José Franco, coordinador general del Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT), señaló que dada la composición de las Cámaras de Diputados y Senadores, donde la mayoría tiene una formación como abogados, administrador o pertenece a las ciencias políticas, los científicos deben tener presencia e involucrarse en las políticas públicas.

En opinión de Franco, se requiere “hacer política científica por científicos, y estos deben estar instruidos en temas de política. Ya que la ciencia y la tecnología afectan nuestra vida cotidiana y debido a los eventos recientes que han afectado al país (sismos y huracanes) es importante que todas las academias como la de ingeniería, medicina y la de ciencias, tengan un papel decisivo en la toma de decisiones.

El coordinador del FCCyT recordó que en el país se han creado varias instituciones para ofrecer información a la Presidencia de la República. Recordó que el Conacyt se creó en 1970 y desde entonces opera como cabeza del sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación; el CCC fue creado en 1989, el FCCyT en 2002, y en 2012 la Coordinación de Ciencia y Tecnología de la Presidencia.

El Foro, informó Franco acerca de la organización que coordina, realiza trabajos de asesoría para el Senado y para el Conacyt, y se enfoca también en conocer las mejores prácticas a nivel internacional para “conducirnos mejor, participar más de la política pública y tener relación con instituciones similares a la nuestra en el mundo con la finalidad de compartir las mejores prácticas”.

Desde el punto de vista del director de Cooperación Internacional del Conacyt, Arturo Borja Tamayo, los científicos no son quienes deben hacer políticas públicas, son la comunidad científica y los centros de investigación los que deben producir la evidencia e investigación para la formulación de políticas públicas.

Borja consideró que lo que México necesita es contar con políticas transexenales y copiar modelos como el de Corea del Sur que basó su éxito en una secuencia de cuatro etapas: producción de evidencia, diseño de políticas públicas, implementación de políticas públicas y resultados de la política pública.

“Corea del Sur es un ejemplo de cómo hacer bien las cosas para tener crecimiento económico, desarrollo y concretar un círculo virtuoso”, resaltó el funcionario. Añadió que los coreanos crearon institutos y centros en los campos que desde finales de los años setenta identificaron como los que iban a tener más impacto en la competitividad internacional. Un ejemplo claro de esto fue la cadena de producción de semiconductores, bienes de consumo en microelectrónica que ha derivado en computadoras, celulares y otros bienes de consumo usando microelectrónica.

“Ellos armaron estos centros que guiaron el desarrollo de la industria coreana y adecuaron todo un sistema de comunicación y apoyo desde la Presidencia a través de un consejo de planeación de políticas públicas.

El gobierno impulsó la producción de evidencia empírica de investigación, que es muy significativa para la formulación de políticas públicas, y se diseñaron las instituciones para pensar, producir y formular políticas públicas”, reconoció Borja Tamayo.

Y al igual que el resto de los integrantes de la mesa de discusión “La interfaz ciencia-política en México” del Primer Congreso Mexicano sobre Política basada en la Ciencia, que tuvo lugar ayer jueves en la Secretaría de Relaciones Exteriores y que continuó este viernes en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, Borja Tamayo subrayó la necesidad de impulsar políticas que vayan más allá de planes sexenales y poder contar con planes a largo plazo.

Elizabeth Ruiz y Noemí Rodríguez.

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